Σε αυτήν τη σελίδα μπορείτε να λάβετε μια λεπτομερή ανάλυση μιας λέξης ή μιας φράσης, η οποία δημιουργήθηκε χρησιμοποιώντας το ChatGPT, την καλύτερη τεχνολογία τεχνητής νοημοσύνης μέχρι σήμερα:
Para la arquitectura clásica, el ábaco (del latín abăcus, y este del griego ἄβαξ «tablilla, plancha»[2])[1] era una pieza cuadrada en forma de tablilla que, colocada sobre el equino, corona el capitel sirviendo de asiento al arquitrabe, a la vez que protege la decoración de dicho capitel.[1] En el orden dórico, está formado por una pieza prismática, en el jónico se enrolla en espirales y en el corintio se simplifica y se estiliza. En la Edad Media es sinónimo de cimacio.
En las estructuras modernas, por ejemplo de hormigón armado, se denomina por similitud formal (no funcional) ábaco a la zona del forjado próxima a un pilar, reforzada estructuralmente para transmitir correctamente las cargas al mismo, y para resistir las solicitaciones que se concentran en ese punto (cortantes y momentos negativos). Además los ábacos permiten corregir de manera barata el riesgo de punzonamiento.
El ábaco sirve de refuerzo para soportar el arquitrabe o los cuerpos de moldura colocados sobre la columna. Las columnas o pilares protodóricos de Egipto tenían como capitel un sencillo ábaco liso de planta cuadrada que aumentó de tamaño en el Imperio Nuevo (Luxor, Karnak, etc.) incluyendo ornamentación de cartuchos.[1]
En el orden dórico griego continúa la forma paralelepípeda muy sencilla y tanto en el ábaco como el cimacio debían tener la misma altura que el quino. En el jónico puede ser cóncavo o convexo, y se enriquece con una decoración de molduras, un filete o listel y una gola, presentando lados cóncavos decorados con un florón o rosa y esquinas en chaflán.[1]
Vitruvio limitaba el ábaco a los capiteles jónico y corintio, y llama plinto al ábaco dórico. En el arte bizantino se desarrolla hasta formar una imposta, al igual que en el prerrománico. En la arquitectura medieval adquiere gran desarrollo y mayor volumen, especialmente en el Románico. En el Renacimiento y en el Neoclásico se simplifica frente al Barroco, donde se complica con molduras y adornos.[1]
En Asia oriental y meridional no suele existir, por lo que la columna entronca directamente con el entablamento o la cubierta.[1]